La
eficiencia
de cualquier institución educacional, está profundamente influenciada por el
comportamiento humano, marcado éste por los complejos procesos de cambio,
transformaciones o reajuste sociales que acontecen, dada las condiciones
históricas concretas que vive el mundo contemporáneo. La dirección educacional
como proceso eminentemente pedagógico, debe promover la excelencia de la
educación, rescatar la importancia de la calidad, la eficiencia y la eficacia
en este sector, lo que infiere que se hace imprescindible e inaplazable cambiar
los modos de actuación de los directivos, pues tanto en la escuela como en las
diferentes estructuras de dirección, el papel de los dirigentes es determinante
en el logro de los objetivos propuestos, siendo su desempeño individual, la
piedra angular del desempeño organizacional.
Las condiciones histórico concretas
en que vive el mundo contemporáneo están notablemente marcadas por complejos
procesos de cambio, transformaciones o reajustes sociales que acontecen, a los
que muchas veces se asocian intentos o realización efectiva de una reforma de
las políticas educativas y a la revisión de algunos valores sociales en los que
se sustentan esas políticas.
La importancia estratégica de la educación la
formación y el desarrollo del conocimiento y su impacto en la competitividad,
nos permite explicar, analizando una de sus múltiples variables, la baja
profesionalidad experimentada en la
última década en América Latina y colocándonos frente al futuro, formular una
alerta, pues las consecuencias pueden ser devastadoras.
La dirección escolar como proceso
eminentemente pedagógico, debe promover la excelencia de la educación
latinoamericana, rescatar la importancia de la calidad, la eficiencia y
eficacia en este sector lo que infiere que en la dirección de un centro escolar
es necesario tener en cuenta no solo su
estructura y sus funciones, sino también las relaciones que se establecen entre
todos sus componentes y con el entorno.
Por ello se hace imprescindible
profundizar teóricamente y demostrar prácticamente en que medida el nivel de
excelencia del desarrollo educacional está asociado directamente al nivel de
dirección escolar basada en la participación de todos los actores sociales, el
desarrollo organizacional y la reestructuración a partir de un
perfeccionamiento continuo y sistemático.
Si formulásemos la interrogante
¿Qué es la excelencia organizacional? Obtendríamos diversos conceptos
elaborados por relevantes personalidades científicas y académicas, que aún
cuando han desarrollado sus actividades en diferentes épocas e instituciones,
coinciden en elementos comunes, que debe poseer la excelencia organizacional
(Austin Nancy y Petes Tom 1987, Gibson Ivancevich Donelly, 1994, Mc. Gregor
Douglas 1957 y 1974.
El Diccionario Enciclopédico UTHEA
(México 1953). Define como excelencia, algo de superior calidad y excelente lo
que sobresale en bondad, mérito, estimación entre las cosas que son buenas en
su misma especie.
He ahí una expresión de excelencia
organizacional. Definamos entonces qué entendemos por excelencia
organizacional:
Es el resultado del equilibrio
entre todos los subsistemas de la organización, implica nivel de calidad y la
capacidad de innovar y generar conocimientos (laboratorios de aprendizaje) y
dinámicas, adaptándose a los cambios y usando el tiempo como arma competitiva,
correspondiendo el papel principal al hombre y en particular a sus equipos de
dirección. Se asocia fundamentalmente a criterios cualitativos y de visión
prospectiva integral de la organización.
Pero la excelencia organizacional, no es exclusiva
del sector económico.
Si de prioridades hablásemos,
tendríamos que señalar que la Educación está enfrascada en una lucha por la
excelencia. ¿Pero por qué?
Porque toca a ella como motor
impulsor de la sociedad contemporánea, de este siglo XXI, en que ya prima la
economía del conocimiento y la información, el papel relevante y primordial de
elevar la cultura de nuestros pueblos al máximo, para poder satisfacer las
demandas de la sociedad sobre la formación del hombre que necesita
Latinoamérica, para sustentar el aparato productivo de nuestros países y su desarrollo sustentable, en medio
de un mundo unipolar caracterizado por una globalización neoliberal; en el
Mensaje a la XI Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Comercio y el
Desarrollo en junio de 2004 se plantea:¨…hace palidecer la barbarie proclamada
en los días tenebrosos del, nazismo. Hemos sido ya testigos de guerras de
conquista y sádicos métodos de tortura que recuerda las imágenes divulgadas en
los días finales de la Segunda Guerra Mundial…¨
Alertando certeramente que ¨…En la
disyuntiva a que ha sido arrastrada por el sistema, no hay otra alternativa
para la humanidad: o la actual situación cambia, o la especie corre el riesgo
real de la extinción…¨
La capacidad científico tecnológica
endógena, resulta imprescindible para insertarnos, los países latinoamericanos,
en la economía mundial.
Si la competitividad es la
capacidad de satisfacer las demandas del entorno, garantizando calidad y
eficiencia en el proceso productivo a lo largo del tiempo, tanto en los
productos que ofrece como en el desarrollo de la organización, competitividad
equivale entonces a excelencia. Pero la cuestión está en donde radica la
excelencia educacional.
La excelencia educacional es el
proceso resultado del equilibrio entre los subsistemas que componen el Sistema
Nacional de Educación, la familia y la comunidad, garantizado por una entrega
pedagógica consecuente, sistémica y sistemática en todos los niveles y tipos de
enseñanza, que conlleve a lograr, con la calidad requerida, el encargo social
contemporáneo: Formar un hombre para la vida, condicionado histórica y
socialmente, capaz de aprender a ser, a hacer, a conocer, a convivir y a
emprender, a partir del fin y los objetivos de la Educación, correspondiendo un
papel primordial a la escuela, donde tanto el alumno como el profesor, maestro
y director, son sujetos del proceso docente educativo, agentes de cambio,
capaces de innovar y generar con conocimientos y dinámicas proactivas para el
alcance del desarrollo armónico sustentable.
La excelencia del ser humano:
Cada uno de nosotros puede y debe tener como
premisa, en hacer las cosas y no buscar razones para no hacerlas. El fracaso
tiene mil excusas, pero el éxito, no requiere explicación.
Los seres humanos tienen opciones:
Triunfar.
Fracasar.
Los que nunca han fracasado son los
que nunca se han propuesto nada. El fracaso no significa derrota, no es
incompetencia, nos demuestra que talento y competencia hay que desarrollarlos y
constituyen un desafío.
De cada fracaso se aprende y cada
fracaso va acercando al éxito, sólo los audaces alcanzan el éxito. El riesgo es
el salto que hay que dar en la incertidumbre. Excelencia es intentarlo tantas
veces hasta lograrlo.
Los que se desaniman no tiene opción,
no logran nada. Si sólo intentan en lo
que están seguros, intentarán pocas
cosas en la vida.
Ser excelente es reclamarse a sí
mismo el desarrollo pleno de nuestras potencialidades, buscando incansablemente
la realización de las mismas:
Una vocación.
Talento, del que disfruta realizar.
La persona que tiene como paradigma
la excelencia, cada vez que se equivoca se pregunta a sí mismo ¿en qué me
equivoqué? y trata de aprender de la equivocación., con un espíritu de aprendizaje y de superación.
Resolver los problemas constituye
oportunidades para demostrar el talento, por lo que ser excelente es comprender
que la vida no es algo que se nos da hecho, sino que tenemos que producir las
oportunidades para alcanzar el éxito.
Hay 2 tipos de personas: las que
esperan que alguien les resuelva los problemas
y los que hacen para resolverlos. Por lo que no debemos escudarnos en el
llamado factor suerte, pensando que es un determinante circunstancial que está
fuera de control, pues la verdad es que estos ¨golpes de buena suerte¨ los
producimos nosotros mismos, para lo que señalamos tres elementos esenciales:
Buscarla
Estar preparado
Ser audaz.
La vida se construye con audacia,
con valor, con arrojo.
Ser excelente es comprender que con
una férrea disciplina es factible forjar un carácter de triunfador.
Un mediocre se queja de todo lo que
le ha sucedido en la vida. Viven más o menos. Se quedan a la mitad del camino,
no son capaces de concluir una tarea, de comprometerse con ellos mismos. No se
formulan compromisos y son tan tibios que no conocen ni ejecutan nada con
pasión.
Ser excelente es trazarse un plan y
lograr los objetivos deseados a pesar de todas las circunstancias.
Comprometernos con lo que deseamos, no darnos por vencidos, ser optimistas. Sólo
los optimistas han ganado en la vida.
La mente de las personas se mueve
en paradigmas optimistas o negativos, en
lenguaje computacional, podemos decir que la programa según lo quiere, por lo
que la vida no se debe improvisar, sino que se debe programar, teniendo en
cuenta que existen dos alternativas: hacerlo negativamente o positivamente.
Lo primero que hay que hacer es
formar y desarrollar el hábito de sonreír, saber decir me equivoqué y
proponerse no cometer el mismo error.
A cada equivocación hay que
preguntarse ¿en qué me equivoque? Y no repetir el mismo error. Tener presente
el proverbio muy popular que nos dice ¨…corrige a un sabio y será mas sabio,
corrige a un necio y será más necio...¨ eliminando la soberbia, mal que nos
hace ver que somos perfectos, como si fuésemos bordados a mano.
Ser excelente es borrar del
lenguaje la palabra imposible, pensar que es posible la utopía, es trascender a
nuestro tiempo legando a las futuras generaciones un mundo mejor, es sentirse
ofendido y lanzarse a la acción en contra de la pobreza, la calumnia y la
injusticia, enfrentarse al gran desafío de nuestro tiempo, un mundo unipolar,
globalizado neoliberalmente, insostenible, en el que América Latina tiene 226
millones de habitantes en la pobreza, para un 44% y donde de 16 años de ciclo
neoliberal, según la CEPAL se han perdido 16, y donde el promedio de
escolaridad es aproximadamente cuarto grado.
para lograr, hay que ver la
educación como una inversión
prioritaria donde la educación básica más que un fin en si misma,
es la base para un aprendizaje y
desarrollo humano permanente, en el que la educación superior debe colaborar,
con especial atención en los programas y
la formación inicial de los docentes. La educación tiene que ser vista como una
inversión a largo plazo para incrementar la competitividad económica al desarrollo social y la cohesión social.
Las políticas educativas deben orientar de manera global la dirección del
proceso de formación permanente de los ciudadanos, para lo cual debe ser
planteada estratégicamente para ser evaluada permanentemente, diseñando el
desarrollo humano sustentable.
Se convierte así en un instrumento
que por un lado consolida el desarrollo armónico sustentable de la sociedad y
por otro permite explorar y definir el futuro deseado.
Las políticas educativas deben
garantizar la promoción del desarrollo sustentable o sostenible, la protección del medio
ambiente, de manera que la pertinencia y la
calidad brinden una mejor respuesta a los problemas que enfrenta
Latinoamérica y la humanidad. Deben contribuir a la paz, impulsar el desarrollo
fundado en la justicia, la equidad, solidaridad y libertad, con una visión
prospectiva, adoptando estrategias educativas a largo plazo, con un alto grado
de agilidad y flexibilidad, con rapidez de respuestas que lleven al
mejoramiento cualitativo de todos los niveles de educación y en donde todos los
actores sociales debe de sumar sus esfuerzos.
Dentro del sistema educacional la
escuela es un todo dinámico, un organismo social vivo, una comunidad de
trabajo, una fuente de progreso social, un sistema donde interactúan y se
influencian mutuamente dirigentes y dirigidos, integrando con un carácter
socializador todos los factores que le tributan.
En ella se busca un nuevo tipo de hombre,
identificado con su cultura y transformador activo de su realidad, pues todo
descansa sobre factores humanos, la materia prima y los medios de producción
son las personas, los procesos se dan en el campo de las relaciones
interpersonales
El concepto de excelencia escolar
está relacionado con la capacidad de satisfacer las demandas educacionales del
entorno, lo que presupone:
Capacidad de la escuela para favorecer el desarrollo del alumno.
Flexibilidad para adaptarse al ambiente externo, mantener un intercambio
permanente con él y compensar desigualdades sociales y culturales de los
estudiantes, preservando su identidad e integridad.
Coherencia de los objetivos del currículo con los componentes del
proceso y sus resultados, lo que implica la elevación de la calidad del proceso
docente educativo, de su célula fundamental la clase, y por ende del
rendimiento escolar.
Capacidad para coordinar constantemente en el tiempo y el espacio sus
elementos, de modo que las energías y fuerzas de todos los participantes
siempre converjan para la solución de los problemas y el alcance de los
objetivos, garantizando la superación permanente de los maestros y la labor
investigativa de la institución.
La capacidad de la escuela en la formación de valores ciudadanos y patrióticos
y para diversificar opciones educativas.
Capacidad de integrarse a sí misma y crear valores organizacionales
comunes, actitudes y comprensiones mutuas que consoliden la unión de sus
miembros.
Capacidad para resolver los conflictos y las tensiones internas (clima
organizacional).
Capacidad para mantener crecientes niveles de resultados (salidas) tanto
de la escuela como organización, como de sus miembros (objetivos individuales y
su satisfacción en el trabajo)
Enfoque estratégico de adaptación al entorno con prioridades y
anticipación a los cambios.
Pero si estamos analizando la
excelencia en la dirección educacional y escolar, debemos discernir bien
algunos conceptos, para así poder precisar con mayor claridad la misma:
Y en este sentido juega un papel
fundamental el directivo educacional. En la institución escolar es el director
el cuadro fundamental, eje y centro nervioso de la misma, su pieza maestra, su
tornillo dinámico, que ha de asegurar su correcto funcionamiento. Pero nadie
nace siendo dirigente educacional, es necesario aprender a serlo.
Se ha demostrado que las cualidades de cada
individuo se manifiestan y desarrollan en la propia actividad, por tanto se es
buen dirigente en busca de la excelencia, cuando se dirige racionalmente todo
el trabajo de la educación a cualquier nivel, para lo que se requiere por una
parte del interés personal y por otra de una acertada Preparación y
Superación, a partir de la formación de
una cultura integral de dirección que
permita desarrollar su actitud crítica reflexiva, anticipadora y abierta
al cambio para perfeccionar sus modos de actuación, en correspondencia
con las transformaciones educacionales necesarias a n proceso
de dirección; lo que implica enriquecerla hasta convertirla en una
actividad profesional de dirección.
La actividad pedagógica profesional
de dirección es una forma de actividad de dirección específica que se distingue
por el marcado carácter técnico‑metodológico
y científico‑ con que
desarrolla el proceso de dirección y por su clara orientación hacia la
transformación de la personalidad y el desarrollo profesional de los cuadros y
trabajadores, en función de los objetivos
y en condiciones de plena comunicación entre dirigentes y dirigidos, con
la activa participación de las organizaciones políticas, sociales y de masas
que actúan en su entorno.
Consiguientemente, exige que el dirigente se
reconozca, se sienta y actúe como maestro de sus subordinados directos, de los
cuales también aprende. Implica, por tanto, la conjugación armónica de tres
elementos esenciales para la elevación de la calidad de la docencia que hasta
ahora se han desarrollado separadamente: la gestión de dirección, el trabajo
técnico–metodológico y la actividad científica
de innovación tecnológica..
La actividad pedagógica profesional de dirección tiene carácter
determinante respecto a la actividad de dirección, por cuanto las decisiones
que se adopten en el campo político‑administrativo,
deben estar condicionadas por los resultados del trabajo técnico‑metodológico
y científico‑de innovación
tecnológica así
como tomadas en función del mismo.
Pero también la actividad de
dirección tiene un marcado carácter activo sobre ella, ya que puede acelerar o
retardar su evolución, en dependencia de la conveniencia, pertinencia y
oportunidad de las decisiones político–administrativas que se tomen sobre la
dirección del proceso docente educativo y el desarrollo del personal.
Se hace necesario entonces, reflexionar sobre
el significado de modo de actuación desarrollador de los cuadros de dirección,
el que interpretamos como el proceso mediante el cual el directivo actúa sobre
el objeto dirigido, coadyuvando a la apropiación activa y creadora de la cultura,
propiciando el desarrollo del auto perfeccionamiento constante, la autonomía y
autodirección, siendo por tanto la generalización de los principios.
Técnicas de dirección que caracterizan al cuadro, expresando la
tecnología imperante y la capacidad del cuadro para aprovecharla, en íntima
conexión con los necesarios procesos de socialización y responsabilidad social.
En este sentido, veamos el modelo
de directivo educacional que requerimos:
Que su objeto de dirección sea la
dirección del proceso de dirección educacional, su campo de acción: los
diferentes subsistemas de Educación, las
esferas de actuación: el nivel de estructura en el que dirige y los modos de
actuación basados en una cultura
integral de dirección en la que los principios, los estilos, métodos y técnicas
de dirección estén en correspondencia
con las exigencias que demanda de ellos el desarrollo de nuestras sociedades.
Por tanto el papel relevante y
determinante del cuadro de dirección en
la gestión de dirección educacional no
admite discusión, no puede esperar a aprender y obtener por adelantado los conocimientos, habilidades, capacidades,
convicciones y niveles de activismo con los cuales habrá de enfrentar con
eficacia, eficiencia y efectividad las nuevas situaciones .
-Aprender a detectar las nueva-
Su capacidad para aprender mientras trabaja s manifestaciones del
sector y del entorno.
- Diseñar respuestas efectivas
-Emprender el reto proveniente de
esos escenarios.
Entonces podemos sintetizar
que la gestión de los cuadros de
dirección educacional en este siglo XXI tiene que cambiar si se quiere lograr una dirección efectiva, excelente, en
correspondencia con las características y tendencias de la época en que
vivimos.
¿Cuál es el cambio en la gestión de
dirección de los cuadros, que necesitan nuestros países, en los momentos
actuales en que estamos permeados de un macroentorno con las características y
tendencias ya descritas?
Precisemos cuales son en la
actualidad las dimensiones de una
gestión de excelencia, eficiente y
eficaz:
Dimensión de
futuro: El mundo es tan turbulento que para evitar fracasos se precisa
según las tendencias actuales, prever el
futuro con un enfoque de adaptación al entorno
con prioridades y anticipación a los cambios.
Dimensión de entorno: La Educación
no está encerrada en una urna de
cristal, ella está influenciada e
influye a su vez en su contexto. Está en función de la sociedad y por ende debe
analizar el comportamiento de su entorno, es decir del conjunto de elementos que pueden ejercer
una influencia en ella y sobre los que tiene el deber de coadyuvar para su
modificación. El conocimiento del entorno es fundamental para desarrollar una gestión de éxito educacional.
Dimensión participación : Dado que
el talento (capital) humano es vital , la dirección participativa es determinante, para lograr la
autorrealización que a la vez se convierta en motivación intrínseca para el logro de los objetivos educacionales
Las acciones básicas de un
directivo en busca de la excelencia en
la dirección educacional hoy en día deben ser:
1.-Definir la realidad y trazar
objetivos y estrategias a mediano y largo plazo.
2.-Integrar los subsistemas de la
organización educacional en cualquier nivel hasta la escuela.
3.-Establecer las relaciones,
formas y vías de comunicación
4.-Identificación con los actores internos y externos, factores
y proyección de acciones para lograr los objetivos, medir y evaluar el
desempeño institucional e individual.
Para ello debe seguir las
siguientes reglas de oro:
Saber ordenar las prioridades educacionales
Jamás delegar lo esencial.
Exigir mucho
Actuar rápido
Informarse bien
Comprometerse
Sólo ocuparse de lo posible.
Saber perder
Pero para definir la realidad y
poder trazar objetivos, integrar los subsistemas, establecer relaciones, etc.
el directivo educacional tiene que partir por diseñar y ejecutar un buen
diagnóstico.
El diagnóstico a partir de
indicadores:
Para hablar de diagnóstico, es
necesario antes que todo precisar qué entendemos por caracterización y
diagnóstico.
Caracterización:
Determinar los atributos y peculiaridades de
una persona o cosa, de modo que claramente se distinga de las demás.
Diagnóstico:
Es un procedimiento científico que
nos permite conocer la realidad, hacer predicciones fundamentales, prevenir,
pronosticar, asegurar determinado nivel de éxito en la actividad. Puede ser
integral o de un área o aspecto determinado, según sea la necesidad del mismo,
teniendo en cuenta el proceso docente educativo, el proceso de dirección e incluso ambos procesos si así se requiere.
Principios que debe cumplir el
diagnostico:
Debe ser:
- Objetivo y científico.
- Confiable y valido.
- Individual y multilateral.
- Riguroso y útil.
- preventivo, retro alimentador y
transformador.
- Continuo y sistémico.
- Funcional, participativo y justo.
Exigencias del diagnostico
Tardío--------------------------------------------------------------------Oportuno,
preventivo
Centrado en las dificultades---------------------------------------Centrado
en las
Potencialidades
Como
fin-----------------------------------------------------------------Como medio
Como momento-------------------------------------------------------Como
proceso
Como aplicación de
Instrumentos y técnicas---------------------------------------------Evaluación,
Intervención
No solo Z.D.A. (actual)------------------------------------------------Z.D.P.(próximo)
No solo constatación-------------------------------------------------Métodos
formadores.
Objetivos del diagnóstico:
1.-Conocer los problemas que se
afrontan y las potencialidades de forma detallada y a fondo.
2.-Describir identificar y poder
definir el qué, cuándo, quién y porqué
3.-Poner al descubierto los
factores y las fuerzas que ocasionan el problema
4.-Describir en qué grado las
situaciones actuales, están en correspondencia con los nuevos requerimientos
5.-Preparar la información
necesaria para adoptar decisiones sobre como orientar el trabajo encaminado a
la solución de los problemas.
6.-Examinar cabalmente las relaciones que tienen
importancia entre los problemas en cuestión, los objetivos de la organización y
el rendimiento logrado.
Características del proceso de
diagnóstico..
Promueve el conocimiento de la
necesidad de cambios, e indica de manera concreta los tipos de
modificaciones que se necesitan a partir del estado en que se encuentran los
indicadores que miden la eficiencia educacional.
Se cuantifican los resultados de manera que puedan servir como patrón de
comparación.
La capacidad potencial de los miembros de la organización para resolver
los problemas, se encuentra en el proceso de elaboración del diagnóstico, ya
que se sienten que están descubriendo la verdad sobre su organización y que
están aprendiendo a diagnosticar problemas por sí solos.
El diagnóstico debe ser capaz de detectar, no sólo lo que limita una
actuación diferente y superior, sino además en qué grado la limita, lo que debe
permitir a su vez, el establecimiento de prioridades en la solución de los
problemas detectados y precisar quiénes y cuándo deberán ejecutarla
La excelencia educacional en la
dirección educacional, mito o realidad.
La excelencia en la dirección
educacional, para no ser un mito y convertirse en realidad, debe ser un proceso
ininterrumpido, sistemático, de cambios para el logro de un desarrollo
sostenible y la elevación de la calidad de vida del y por el pueblo, que
responda a lo que en la ciencia de la Dirección se llama Desarrollo
Organizacional.
Lograr la equidad entre todos los ciudadanos a pesar de las
desigualdades existentes.
Imbricación de todas las generaciones.
Multiplicar los conocimientos, la cultura y la riqueza espiritual a un
ritmo vertiginoso.
Desarrollar una sociedad más
justa, garantizar que todo niño tenga
las mismas posibilidades a pesar de la marginalidad donde viva.
Es fundamental situar a los
docentes como sujetos reales de dicho cambio para lo cual se hace
necesario desarrollar un momento participativo que armoniza la centralización con la
descentralización y concede un nivel de autonomía en que favorece la
transformación cualitativa de la escuela.
-Para lograr la excelencia en el
proceso de dirección educacional, se hace necesario entender y atender el
Desarrollo y Reestructuración en el Perfeccionamiento Educacional.
-Cada uno de nosotros puede y debe
tener como premisa, en hacer las cosas y no buscar razones para no hacerlas. El
fracaso tiene mil excusas, pero el éxito, no requiere explicación.
-Ser excelente es trazarse un plan
y lograr los objetivos deseados a pesar de todas las circunstancias.
Comprometernos con lo que deseamos, no darnos por vencidos, ser optimistas.
Sólo los optimistas han ganado en la vida.
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